El Padrino: el punto de inflexión de Michael Corleone
Tengo en mente una serie de ideas para futuras entradas y posts que creo que pueden estar muy bien y ser interesantes pero que el llevarlas a cabo me va a llevar más tiempo del que tenía pensado, por eso hoy hago uso de un post ''comodín'', es decir, uno más sencillo de redactar pero no por ello uno menos importante o de menor calidad. De hecho, la interpretación del cine y de series es una de esas cosas que a casi todo el mundo gusta y que yo, personalmente, disfruto de hacer. Así que, sin más dilación, allá va esta interpretación crítica de una escena clave de El Padrino.
Fin de la breve introducción.
El Padrino. ¿Qué decir sobre esta película que no haya sido dicho ya? Considerada como una de las mejores películas de todos los tiempos, por algunos de hecho como la mejor de la historia, El Padrino es una película magnífica con una dirección impecable e inmejorable y con actuaciones impresionantes. Muchos de los actores eran totalmente desconocidos por aquel entonces, y serán recordados siempre como los protagonistas de una de las mejores obras del séptimo arte.
El Padrino es una película que con una base clara, el contar la historia de una familia mafiosa de Nueva York, llega a mucho más que eso y muestra el ansia de poder, cómo este engancha, cómo las luchas por él son encarnizadas, así como una reflexión sobre los lazos familiares y el cómo alguien aparentemente ''bueno'' puede corromperse.
Para aquellos que no ha hayáis visto, es evidente que este escrito contendrá spoilers, pero además importantísimos para la trama, por lo que si sigues leyendo que sea bajo tu propia responsabilidad.
El Padrino, The Godfather (su título original), es una película de 1972 escrita y dirigida por Francis Ford Coppola, uno de esos grandes directores de la historia, y que es la adaptación de la novela del mismo nombre de Mario Puzo —novela que recomiendo personalmente si te gustó la película porque amplía información que aunque no vital sí es interesante—. Está protagonizada por un elenco de actores buenísimos, algunos ya eran estrellas y otros lo serían después, pero buenos todos ellos: Marlon Brando, Al Pacino, Robert Duvall, James Caan, Diane Keaton...
Contexto
El contexto de la escena que quiero comentar es el siguiente: el Don de la familia, Vito Corleone, ha sido atacado por sicarios enviados por Sollozzo, un traficante que negoció con la familia Corleone para lograr a los policías y políticos corruptos que estos controlan. De haberlo logrado, Sollozzo gozaría de inmunidad para realizar sus negocios y a cambio los Corleone se llevarían una suculenta parte del pastel, junto con los Tattaglia, quienes apoyan la inversión de Sollozzo.
En esa reunión, Santino Corleone, segundo hijo de Vito, deja ver su interés en la operación, que es claramente contrario al del Don quien respetuosamente declina la oferta de Sollozzo.
Pero el Turco, como es conocido el traficante, ya sabe que Santino está de su parte y que, como futuro heredero de los negocios familiares se hará cargo de ellos una vez Vito esté muerto, orquesta un plan en el que Vito muere y a Tom Hagen, consejero de la familia Corleone, le convencen para que persuada a Santino de no ir a la guerra y de aceptar el trato.
El plan es bueno, arriesgado, pero astuto, sin embargo falla porque Vito Corleone no muere.
A todo esto, llegamos al personaje de Michael. ¿Quién es Michael Corleone? Pues bien, es el más joven de todos los hijos de Vito, que son Fredo, el mayor, Santino, Connie y él, Michael. Además es un héroe de guerra tras haber combatido en la segunda guerra mundial y tiene un buen futuro por delante. No está mezclado con los negocios de su familia, aunque es consciente de ellos y no parece aprobarlos tampoco se opone a los mismos. Sin embargo, Michael, por voluntad propia y por voluntad de su padre, está al margen de la parte más mafiosa de los Corleone.
Preparación de la escena
Tras haber fallado en el plan, se ha desatado algo parecido a una guerra entre familias, lo cual no es bueno para el negocio de ninguna. Con muertes, conspiraciones y tiroteos la prensa no puede ocultar la realidad, la gente es consciente y los políticos deben actuar. Los Barzini quieren que todo acabe, los Tattaglia también y los Corleone también. Sollozzo está en una posición muy mala.
El plan era suyo, los Tattaglia participan y hay indicios para pensar que los Barzini también están al tanto, pero al errar el atentado contra Vito, Sollozzo queda en ridículo ante todos ellos y además pone en peligro la estabilidad de las cinco grandes familias. Dicho de otra forma, tiene que buscar una solución.
Por ello convoca una reunión en un lugar neutral, que no sea ni territorio de unos ni de otros, para llegar a un acuerdo con los Corleone. Sollozzo, además, quiere que el intermediario sea Michael, posiblemente por considerarle el más ajeno de todos ellos a los problemas en los que están. Fredo es un inútil, está descartado, Sonny es demasiado impulsivo y no se contendría, y enviar a cualquier otro que no fuera un verdadero Corleone sería una señal de cobardía, por ello no puede ir Tom Hagen, el consejero. El único que queda es Michael, el chico bueno y pacífico, con estudios y que se mantiene al margen de los negocios familiares.
En la reunión previa al encuentro, todos hablan del tema y por primera vez vemos a Michael en la posición más cercana a la del capo de la mafia que será después. Decide que sí irá, y no solo eso, sino que él mismo orquesta el plan. Sonny y Tom discuten sobre la mejor estrategia, qué hacer y cómo, pero para Michael es fácil, y tranquilamente, sentado en un butacón en el centro de la habitación, comienza dejando claro que hay que hacer algo ya, no pueden esperar. En ese momento el plano está hecho para darle a él la importancia que está empezando a tener: Sonny sale del encuadre, y solo aparece de él las piernas o parte del torso, escuchando lo que su hermano pequeño tiene que decir; Tom Hagen está sentado tras Michael, como su fiel consejero, escuchando lo que tiene que decir, el resto se reparte por la sala sin que les veamos. La cámara se acerca a él poco a poco y tras relatar el plan termina con un frío y firme: ''y los mataré a ambos'' (al capitán de policía comprado por Sollozzo y al propio Sollozzo).
En ese momento todos ríen menos Tom, quien parece notar que Michael no es solo el chico bueno que parecía ser, y Sonny, quien había escuchado cómo le acusaban de tomarse el asunto como algo personal y no como lo que era, negocios, acusa ahora a Michael de lo mismo, en una muestra de debilidad. Finalmente todo queda zanjado y Michael irá a la reunión.
La siguiente escena vemos a Clemenza dándole instrucciones a Michael sobre lo que tiene que hacer una vez haya disparado y matado a ambos: al volver del baño (donde estará el arma escondida) debe disparar sin llegar a sentarse en la mesa; debe dejar caer el arma, no lanzarla lejos; no debe correr, debe salir andando tranquilamente.
La escena del restaurante
Y llegamos, por fin, a la escena que quiero comentar. Tenemos todo el contexto y lo necesario para entender todo lo que hay que entender de esta escena.
Tras haber cacheado a Michael en el coche, visiblemente nervioso, y haber intercambiado dos o tres palabras, los tres llegan al restaurante. El letrero del restaurante está encendido con luces de neón y leemos: Louis italian-american restaurant. Es un lugar pequeño, familiar. No hay nada más encendido en la imagen a excepción de una ventana situada justo encima del restaurante ni hay nadie caminando en la calle lo que hace pensar que es tarde y la gente está en sus casas.
El primer plano que tenemos dentro del restaurante es uno general en el que nos hacemos una idea de dónde están situados los protagonistas y qué les rodea: vemos un lugar semi vacío, con solo 4 mesas ocupadas, todas ellas con menos personas que en la que está Michael, y un camarero que recorre la sala hacia ellos.
Pasamos a un plano escorzo que muestra de frente a Sollozzo, quien ha convocado la reunión, y la espalda de Michael. Sollozzo está nervioso, como demuestra su mirada desconfiada hacia el camarero que está abriendo una botella. Sollozzo devuelve su mirada firme a Michael lo que da la transición al siguiente...
... plano escorzo, esta vez uno que muestra a su oponente, Michael, mirando a Sollozzo directamente.
En ese instante tenemos otro cambio de plano, uno de busto de McCluskey, quien distendido, se está colocando una servilleta a modo de babero y pregunta qué tal es la comida italiana en ese lugar. Michael y Sollozzo no han dicho nada, pero McCluskey se preocupa por la comida porque él no es más que un pagado, no tiene nada más que ver con toda la disputa entre ellos. Quizá no sabe ni qué ha pasado.
De nuevo otro plano escorzo de Sollozzo, contestando a McCluskey que ''la mejor de la ciudad'', de nuevo mirada extraña al camarero y mirada a Michael, dando transición a...
... un primer plano de Michael, más cercano que el anterior, con su fría mirada puesta sobre Sollozzo.
El camarero tarda mucho en abrir la botella, lo que irrita a Sollozzo quien está apunto de hablar en italiano con Michael sobre el tema de la reunión, lo que indica que: A) McCluskey no se va a enterar de nada y puede que Sollozzo hable en italiano precisamente para que no se entere; y B) que el camarero sí puede enterarse y Sollozzo no quiere que lo haga por ello espera a que abra la botella y se marche para comenzar a hablar.
La conversación en italiano es un intento por parte de Sollozzo de suavizar las cosas y mostrar respeto tanto por Vito Corleone como por la familia. Deja claro que todo es asunto de negocios, y que quiere la paz.
De nuevo el camarero llega con la comida y Sollozzo calla. Cuando se marcha vuelve a hablar en italiano, pero no es demasiado importando lo que se dice, como demuestra los dos siguientes planos generales de la escena alejando al espectador de la mesa.
La cosa cambia cuando Michael intenta seguir con el italiano pero lo que quiere decir es demasiado importante y cambia al inglés porque le cuesta encontrar las palabras adecuadas en el otro idioma.
Con un tono de voz muy firme, Michael asegura que lo que quiere es una ''garantía de que no va a haber más intentos de asesinato contra su padre''.
La cámara se centra ahora en la respuesta de Sollozzo quien asegura que no puede dar más garantías que esa reunión que están teniendo, que él ha ''perdido su oportunidad'', que no es ''tan listo'' y le ''sobrevaloran'' y recalca que lo que él quiere es una tregua, lo que confirma, pero no cambia, las sospechas de Michael de que no podían esperar y hay que acabar con Sollozzo ya.
En ese momento la tensión se relaja, el primer plano sobre Michael y Sollozzo también dando paso a otro plano escorzo centrado en Michael, quien asegura que tiene que ir al baño (donde se esconde el arma), lo que Sollozzo interpreta de manera correcta y desconfía de él como vemos en su gesto.
Michael, en ese instante, ha decidido al 100% que tiene que matar a Sollozzo y a McCluskey. En mi opinión, y por la conversación que estaban teniendo, es evidente que Michael tenía la esperanza de que podía evitar algo así, de que quizá había otra salida, dependiendo de lo que Sollozzo tuviera que ofrecer, pero su oferta no es más que una tregua, un paréntesis en las hostilidades, ¿Con qué fin? ¿Rearmarse? ¿Firmar la paz? Michael tiene claro en ese instante que Sollozzo es y seguirá siendo una grave amenaza para la vida de su padre, y de toda su familia.
La pregunta ya no es ¿qué hay que hacer?, esa ya está más que contestada, sino que la duda ahora es ¿será Michael capaz de hacerlo? Y eso mismo es lo que Al Pacino, y Coppola, van a transmitirnos a los espectadores a continuación:
Durante unos segundos angustiosos Michael no encuentra el arma que Clemenza ha dejado, pero finalmente se hace con ella y se dirige a la puerta del baño donde tenemos la primera lucha interna de Michael: antes de salir, se detiene y se lleva las manos a la cabeza, casi podemos oír un ¿qué estoy haciendo aquí? De fondo se oye el sonido de un tren del metro de Nueva York que suena cada vez más y más fuerte, representando la batalla en el interior de Michael, sus constantes dudas, su debate entre lo que tiene que hacer y si es capaz de hacerlo o no. Como un tren que está apunto de descarrilar, pero se controla, sale fuera del baño, McCluskey y Sollozzo se giran a verle y ahí Michael sabe que no va a poder matarles sin volver a sentarse: ¡los dos le están mirando! La cosa se complica, pero al saber que no lo puede hacer ahora sus dudas cesan y el sonido del tren se suaviza: ahora no es el momento.
Camina hacia la mesa tranquilo, se sienta y con un gesto relajado se coloca la americana. Algo ha cambiado. Ya no es el mismo Michael. El de antes de ir al baño estaba más nervioso y preocupado, el de ahora está más tranquilo: sabe que tiene la sartén por el mango. Él tiene un arma, y ellos creen que no la tiene. Las vidas de esos dos hombres ahora sí dependen de él, de su decisión. Siente que tiene poder.
Ahora es cuando viene el culmen de la escena:tras haber tomado asiento, el plano es de nuevo un escorzo centrado en Michael; oímos a Sollozzo hablar, preguntarle si está bien y si le entiende, y comenzar con su exposición de los hechos: ''tu padre está mal'' le dice, pero Michael ya no escucha. La cámara pasa gradualmente de un plano escorzo a un primer plano, y de un primer plano a un primerísimo primer plano, encerrando a Michael cada vez más, sin escapatoria. Las dudas sobre si es capaz de hacer lo que tiene que hacer vuelve. Ya ha roto una de las reglas que Clemenza le dio (no vuelvas a sentarte, les disparas y te vas). Siente que tiene el poder, pero ¿qué hacer con él? ¿qué hacer con tamaña responsabilidad? El sonido del tren vuelve a medida que Michael está más atormentado por sus dudas, por su deber, por su miedo, pero también por esa extraña fascinación que parece sentir por la situación, por saber que su decisión, y nada más, determinará la vida de dos hombres y las consecuencias que ello tenga. Sus ojos van de aquí para allá, sin centrarse en nada. Sollozzo sigue hablando pero su voz se pierde con el estruendo del tren, que ahora sí parece apunto de descarrilar sin control. El tiempo se congela durante unos segundos. Y cuando ya no hay escapatoria, cuando el plano ha encerrado a Michael de tal forma que no vemos nada más que a él en la pantalla, el sonido del tren es tan estruendoso que no oímos nada más que ese molesto e irritante chirriar de los frenos, simbolizando tanto la pugna interna, el choque de trenes dentro de Michale como la oportunidad que tiene delante y no puede dejar escapar. Es un tren que no debe perder. Michael se levanta y dispara en la cabeza a Sollozzo.
El plano cambia a McCluskey, quien tranquilamente comía y sin entender qué acaba de pasar va a perder la vida.
Último plano general del restaurante, Michael incumple todas las instrucciones que le dio Clemenza. Mira a los clientes, sale con prisas del restaurante y no deja caer el arma nada más disparar, sino que la lleva consigo hasta que se da cuenta de ello y la lanza lejos de él.
Michael se va del restaurante nervioso, pero satisfecho. La pregunta se ha contestado, ha hecho lo que tiene que hacer. Y tras el disparo a ambos contempla sus cadáveres, porque en el fondo le ha gustado, y eso es lo que en realidad le ha sorprendido. Ha tenido la decisión sobre la vida o la muerte de dos personas que le han atacado personalmente, y ha podido decidir vengarse, él, nadie más, sino él, es su justicia.
Todavía quedará otro punto de inflexión más en la vida de Michael Corleone para que se convierta en el verdadero Don Corleone, en el auténtico heredero de su padre, pero sin este momento, sin demostrarse a sí mismo su valía como asesino y como frío calculador, dominando la situación y siendo más listo que el resto, Michael nunca hubiera llegado a ser lo que después sería.
En conclusión, esta escena es magnífica. Está perfectamente rodada, perfectamente dirigida y perfectamente actuada. El papel de Sollozzo, interpretado por Al Lettieri, es muy bueno y convincente, y Michael, en un enorme Al Pacino, es sencillamente brutal. El que no haya banda sonora en toda la escena desde que Michael entra en el restaurante hasta que va a salir de él, dando ese ambiente de lugar real, semi vacío, logra que el espectador se sienta allí con ellos, y no como un mero observador externo. Los planos escorzo ayudan, a su vez, a que la charla sea dinámica pero también a poner al espectador en el papel de los personajes. El sonido del tren cuando Michael tiene su pugna interna representando sus dudas y sus miedos, pero a la vez simbolizando que es una oportunidad única, un tren que no debe dejar escapar. Una de las mejores escenas de toda la trilogía.
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